En este editorial de Food and Energy Security, los autores exponen algunos elementos interesantes de la relación entre los pesticidas, la salud humana y la seguridad alimentaria.
Los investigadores comienzan aseverando que, dado que la población mundial está prevista que llegue hasta los 9 mil millones en 2050 y que la tierra de cultivo es limitada, se necesita incrementar la productividad para garantizar la seguridad alimentaria, entendiendo esta como el acceso de toda la población a alimentos seguros y en cantidad suficiente para llevar una vida saludable. En este sentido los autores defienden el uso de pesticidas para evitar la pérdida de producción debido a las plagas.
Definen los pesticidas desde un punto de vista amplio, en el que también se incluyen los herbicidas, es decir, cualquier amenaza para el cultivo (animales, insectos, malas hierbas o microorganismos). Admiten lo complejo que es determinar el equilibrio entre el beneficio que pueden producir los pesticidas y el daño potencial para la salud. Su postura es clara: Los pesticidas sólo deberían emplearse cuando hayan sido científicamente evaluados considerando las evaluaciones de riesgo para la salud, incluyendo las poblaciones más vulnerables. Y esa inversión necesaria para realizar los estudios pertinentes, es insuficiente.
Evaluación de riesgos para la salud
Los autores, con objetivo didáctico, definen el concepto de evaluación de riesgos para la salud (Health Risk Assessment) en función de 4 elementos:
(1) Identificación del peligro (Hazard Identification): Proceso para determinar si la exposición humana a un ingrediente activo del pesticida podría causar un aumento en la incidencia de un efecto adverso (ej. cáncer, enfermedad coronaria, daño neurológico) o si receptores no humanos también podrían verse afectados (ej. animales).
(2) Evaluación de la respuesta a la dosis (Dose-Response Assessment): Proceso para caracterizar la relación entre la dosis administrada o recibida de un pesticida y la incidencia de un efecto adverso para la salud en las poblaciones expuestas, estimando ese efecto en función de la dosis.
(3) Evaluación de la exposición (Exposure Assessment): Proceso para medir o estimar la intensidad, frecuencia y duración de exposiciones humanas o animales. Aunque el efecto adverso sobre la salud en algunos pesticidas sea débil, si la exposición es alta el riesgo se incrementa.
(4) Caracterización del riesgo (Risk Characterization): Proceso de cuantificar la potencial incidencia de un efecto sobre la salud usando la evaluación de la respuesta a la dosis en conjunción con la exposición.
Además, es importante distinguir la gestión de riesgos (Risk Management) de la evaluación de riesgos (Health Risk Assessment), ya que el objetivo de la primera es considerar sistemáticamente las opciones que pueden implementarse para reducir el riesgo, y de esta forma elegir una alternativa que equilibre los beneficios y los costes.
El proceso, por tanto, es complejo, y además los autores advierten que, pese a que los experimentos con animales son una forma ampliamente empleada para emitir una evaluación y una gestión de riesgos, los autores advierten que no siempre esos resultados pueden extrapolarse fiablemente en humanos.
Pesticidas y cáncer
Los autores reconocen la gran dificultad de estimar los riesgos para la salud de la exposición a pesticidas provenientes de la dieta o del agua potable. Sin embargo, los estudios que se enfocan en poblaciones altamente expuestas proveen información más completa, pese a que los investigadores también admiten que la continua introducción de pesticidas es un factor que va en contra de que los estudios epidemiológicos puedan aislar el efecto de uno de ellos.
Pero los autores son más optimistas a este respecto, al menos consideran que se han hecho progresos importantes en la evaluación de riesgos de algunos pesticidas. Por ejemplo, el lindano ha sido catalogado como cancerígeno seguro (Grupo 1), el DDT como cancerígeno probable (Grupo 2A), al igual que el malatión (Grupo 2A). Este último insecticida, por cierto, todavía se produce en grandes cantidades en todo el mundo y se usa en agricultura, parques y domicilios. Los autores también nombran el diazinón y el glifosato también catalogados como cancerígenos para la OMS.
Limitaciones/Comentarios
Los autores abogan por invertir más en investigaciones epidemiológicas que permitan mejorar la evaluación y la gestión de riesgos de cada pesticida. Hacen referencia al Principio de Precaución, descrito en la Declaración de Río en 1992 como una forma de proteger el entorno cuando existan amenazas de daño serio o irreversible; no se necesita una evidencia científica completa para tomar decisiones al respecto. Sin embargo, reconocen la complejidad de su aplicación con los pesticidas.
La gestión de riesgos en países en desarrollo es también difícil debido a las carencias de regulación y control, y al balance coste-efectividad, debido a las enfermedades que pueden causar ciertas plagas, como algunos insectos.
En cualquier caso, los autores probablemente parten de un principio erróneo en su discurso sobre la necesidad de usar pesticidas en un contexto de incremento de la productividad para dar alimento a una población creciente. Tal vez el camino no es incrementar la productividad, y por tanto, aumentar el uso de pesticidas que reduzcan las plagas, sino gestionar mejor lo que ya se produce. Según la Unión Europea, se tiran a la basura 88 millones de toneladas de alimentos al año, sólo en los países miembros, y otros estudios hablan de que entre el 33% y el 50% de la comida que se produce en el mundo no se consume. No es un problema de productividad, sino de modelo. Justificar el uso de pesticidas que no se hayan evaluado correctamente bajo ese argumento es, por tanto, demasiado atrevido.
Bonner, M. R. & Alavanja, M. C. R. (2017). Pesticides, human health, and food security. Food and Energy Security, 6 (3), 89-93