En este breve artículo publicado en Health Psychology Review, el autor realiza un magnífico ejercicio de síntesis para ilustrar una de las grandes cuestiones de la psicología empírica, y por extensión de todas las ciencias sociales; qué son los constructos y cómo hay que medirlos.
Para ello, establece 4 amplias concepciones, que definen diferentes ópticas sobre lo que son los constructos, y cuya adopción de una a otra perspectiva implica la posterior elección del método adeuado para implementar la medición y el análisis estadístico.
Antes de empezar conviene recordar que un constructo en psicología se puede referrir desde una emoción a un desorden mental, desde una percepción a una categorización social, o desde las características de la personalidad a la inteligencia. Es decir, prácticamente cualquier concepto abstracto es un constructo, y esto al final envuelve todo lo que pretendemos medir.
Constructos como carácter natural
Existen, independientemente de que los reconozcamos como tal. Es decir, es una aproximación ontológica realista a entidades naturales que tienen unas carcaterísticas intrínsecas que los hacen atemporales e inmóviles en su concepción. El autor pone el ejemplo de un elemento químico que está determinado por el número de protones que contiene. De este modo, tener 79 protones es una condición necesaria y suficiente para que exista el oro. En psicología, las emociones básicas como el miedo o la ira son a menudo vistas también dentro de esta categoría.
Concebir que los desórdenes mentales o que las características de la personalidad tengan también un carácter natural es quizá ir demasiado lejos, pero el autor cita literatura que así lo propone.
Esta concepción realista implica claramente un planteamiento causal reflectivo, donde el constructo es una variable latente que existe pero que se manifiesta a través de indicadores observables. Variaciones en el constructo causan cambios en los indicadores observables, y por tanto la causalidad tiene una dirección desde lo abstracto a lo concreto, desde lo latente a lo observable.
Así, las clásicas escalas multi-ítem, y los tan manidos usos del alfa de Cronbach o el análisis factorial (no el de componentes principales), entrarían dentro de esta conceptualización.
Esto llevaría a aceptar algo que el autor no comenta debido a la brevedad del artículo, pero que es harto conocido en la literatura especializada, y es que esa variable latente se manifiesta a través de unos indicadores observables que son intercambiales, y que no alteran el significado de la variable latente si se usa uno u otro indicador. Y esta es una condición muy restrictiva, y que hace que numerosos planteamientos metodológicos de investigaciones hagan aguas clamorosamente.
Constructos como carácter social y como carácter práctico
El autor separa ambos caracteres pero realmente su distinción es muy sutil, y a nivel práctico implica pocas modificaciones.
El carácter social se refiere a los constructos como construcciones sociales, basadas en un consenso, y aunque el autor no lo comente explícitamente, podría concebirse como algo intersubjetivo, es decir, lo que es lo es porque la mayoría consensúa que lo es.
Y por carácter práctico se refiere a una mera instrumentalización de los conceptos, lo que llama nominalismo pragmático. Así, las emociones, las características de la personalidad o los desórdenes mentales deberían ser juzgados en términos de éxito práctico, más allá de que correspondan con una realidad independiente de nuestra percepción. El ejemplo del estatus socieconómico (SES) es claro; es una mera construcción que predice resultados como la mortalidad, morbilidad, pobreza, etc. Lo que interesa realmente es una operacionalización práctica que permita realizar predicciones.
La forma de plantear modelos bajo estas dos conceptualizaciones es opuesta a la visión reflectiva. Ahora los indicadores observables, las variables que medimos para operacionalizar el concepto causan variación en el concepto, y no se pueden desvincular de él; si eliminamos uno de esos indicadores (o ítems) cambia el significado del concepto. De este modo, estaríamos hablando de modelos formativos, y no reflectivos. Por tanto, no se puede aplicar el alfa de Cronbach, ni ningún método que considere que la varianza del indicador observable se compone de la varianza de la variable latente más una varianza de error (teoría clásica de los tests). Aquí la relación entre las varianzas es diferente porque las relaciones causales son diferentes. En conseuencia, la variable latente se explica por la variación en las dimensiones/indicadores/ítems que la componen.
Constructos como entidades complejas
Esta visión vuelve a la aproximación realista admitiendo que esos constructos existen pero son tan complejos que no podemos saber mucho sobre ellos, más allá de una serie de características que están asociadas, es decir, que se manifiestan conjuntamente, aunque no necesariamente igual en todos los sujetos. De nuevo, con en las otras visiones, existe literatura al respecto que la secunda.
Desde el punto de vista estadístico los análisis de redes asociativas son pertinentes, al no establecer los indicadores ligazones causales con las variables latentes que supuestamente manifiestan, sino que la relación causal o meramente asociativa es con otros indicadores/dimensiones observables. Es decir, se modela lo observable, admitiendo implícitamente la existencia de conceptos latentes, pero sin entrar en especificaciones causales con ellos, debido a la complejidad del entramado de relaciones que los gobiernan.
Nihilismo pragmático
Según esta idea, los constructos en psicología son metáforas útiles para entender el mundo, pero no necesariamente tienen que existir. Desde este punto de vista, la visión operacionalista y pragmática prevalecería. Así, los constructos deberían ser medidos en funciónde cómo los investigadores los definieran.
Comentarios
Pese a que el autor al final del artículo se resiste a aceptar esa visión nihilista, y todavía espera que la psicología entienda y maneje constructos reales, la pequeña revisión que hace se lo pone muy difícil.
Y, a mi juicio, no va desencaminado en su pesimismo, porque plantear la visión realista y reflectiva como algo similar a propiedades naturales que son imperturbables es controvertido. El ejemplo que emplear de los protones y la tabla periódica es incompleto y falla al no admitir que el oro es una etiqueta lingüísitica que hemos consensuado poner a un elemento con 79 protones, pero que realmente un protón no es una característica fundamental (como se creía hasta hace unas décadas), sino que está formado por 3 quarks y su interacción fuerte (gluones). De este modo, un protón sería la operacionalización realizada artificialmente para describir una unión de 3 quarks (2 quarks arriba y un quark abajo). Desde ese punto de vista sería una variable formativa. Y es que si cambiamos levemente los indicadores (los quarks), y consideramos esta vez 2 quarks abajo y un quark arriba, ya no tenemos un protón, sino un neutrón.
Por tanto, cada vez que definimos algo le estamos dando un carácter instrumentalista en el sentido de que lo hacemos describiendo las características que lo forman, o siendo menos exigentes, aquellas con las que está asociado (una red nomológica). Así, poco espacio queda a la visión realista, y mucho más en ciencias sociales, donde no disponemos del descenso a lo fundamental que tiene la física, la química o la biología.
Sin duda el debate sigue abierto y la discusión es apasionante en el sentido de que está en juego la validez de miles de investigaciones pasadas y otras futuras que han errado o errarán en plantear una medición adecuada de los constructos que tratan de analizar.
Por eso es tan importante entender bien cómo operar con observables y las relaciones causales que se establecen (ya sea con otros observables o con variables latentes).
Fried, E. I. (2018).What are psychological constructs? On the nature and statistical modelling of emotions, intelligence, personality traits and mental disorders. Health Psychology Review, doi: 10.1080/17437199.2017.1306718
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