El Partido Republicado de los Estados Unidos acaba de dar una advertencia (algunos dirían que es más bien una amenaza) a la OMS: la financiación corre peligro.
Y es que el partido encabezado por Trump sigue «tirando de manual» neoliberal; respalda a Monsanto y no le gusta para nada que en la OMS se hayan «atrevido» a calificar al glifosato como probable cancerígeno (tipo 2A).
Así, un representate tejano del partido, Lamar Smith, decía que la OMS había emitido un jucio sobre el glifosato sin suficiente base ni respaldado por datos fiables.
Supongo que Smith no se estaría refiriendo a las múltiples evidencias que ligan al glifosato con numerosos efectos negativos sobre la salud y el medio ambiente, ni sobre el «intachable» comportamiento de Monsanto. No claro que no. Sin embargo, se despacha preguntándose si la IARC (órgano vinculado a la OMS) debería seguir recibiendo financiación gubernamental.
El partido demócrata publica un informe que compromete a Monsanto
En este documento recién publicado, el Comité de Ciencia, Espacio y Tecnología especifica una realidad que hemos contado de mil maneras diferentes en este blog.
El informe sale como respuesta al mencionado Lamar Smith, y pone en el punto de mira a Monsanto. Así, refleja las tácticas de la industria química para atacar la ciencia que se relaciona con sus productos.
Entre esos documentos que el informe recoge, están emails internos de trabajadores de Monsanto admitiendo que el producto no es seguro, y que no podían descartar que fuera cancerígeno.
Otro punto interesante del informe es la identificación de varios científicos ligados a Monsanto, y que se han encargado de criticar los estudios que muestran efectos adversos del glifosato. Entre ellos está Bruce Chassy, profesor emérito de la Universidad de Illinois. Y por supuesto, A. Wallace Hayes, uno de los editores de la revista Food and Chemical Toxicology.
Monsanto se preparó para lo que ellos sospechaban que iba a ser la decisión de la OMS (como así ocurrío), y empezó con las clásicas maniobras de relaciones públicas (contar con profesionales afines a la industria, campaña en redes sociales, buscar el apoyo de organizaciones que defienden los intereses de la industria, etc.).
Y, fiel a su estilo, empleó la escritura fantasma para redactar un artículo con la «firma» (entre otros) de Helmut Greim. Estaba claro que Monsanto quería contrarrestar las críticas escribiendo un artículo hecho por ellos pero en el que pareciera que otros científicos independientes habían participado.
Monsanto también extendió sus brazos para contratar a personas vinculadas a medios masivos para añadir más ruido. Lo hizo con Henry Miller, médico de la Universidad de Stanford, quien escribió en Forbes un artículo «dirigido» por Eric Sachs, el jefe científico de la multinacional. Miller fue despedido de Forbes cuando se enteraron del chanchullo.
Finalmente el informe hace alusión al empleo de organizaciones teóricamente independientes y sin ánimo de lucro, pero que no son más que títeres de la industria, aunque cuenten con nombres rimbombantes y «poco sospechosos» como «Campaign for Accuracy in Public Health Research», que es dirigida por la American Chemistry Industry. La industria del tabaco ha estado usando una estrategia similar durante mucho años.
En definitiva, nada que no supiéramos ya en este blog, pero resulta edificante conocer que en otros lugares y otras personas valoran también críticamente toda la información disponible y llegan a conclusiones similares.
La financiación de la OMS
La OMS es uno de los numerosos órganos de la ONU, y como tal recibe dos tipos de financiación. En primer lugar hay una contribución obligatoria de todos los estados miembros (193), que considera diversas variables ligadas a la riqueza y población de los países. Esa parte fija le sirve a la ONU para cubir los costes administrativos y unos pocos programas.
Sin embargo, los países pueden también contribuir voluntariamente. Muchas progamas de la ONU,como UNICEF, UNHCR (refugiados) o WFP (alimentos), se financian enteramente con este tipo de aportaciones.
En 2016 Estados Unidos contribuyó con 10 mil millones de dólares a las Naciones Unidas, de los cuales 6 mil fueron voluntarios. De ese monto, 400 millones fueron a la OMS, cuyo programa se financia con una combinación de fondos obligatorios y fondos voluntarios.
De este modo, la advertencia del republicano Smith iría en la línea de cortar recortar los fondos voluntarios. El presupuesto de la OMS en 2016 dependía en casi un 20% de las aportaciones de Estados Unidos.
Trump ha quierdo desde el principio meter la tijera a esos fondos voluntarios, por lo que no es extraño que los republicanos mantengan esa postura. En cualquier caso, es otro capítulo más de esta especie de mala película del Oeste que estamos viviendo en el que los papeles de forajidos están muy bien interpretados.
Conclusión
La ciencia sin contexto no es nada. Y ese contexto, inexorablemente, tiene que ser siempre explicado para tratar de aproximarnos a la realidad de cualquier cuestión científica. La historia del glifosato ya la sabemos, porque es la misma historia que la del Agente Naranja, la del disulfuro de carbono, o la de otros pesticidas.
Luego la manipulación de la opinión pública (y también la actuación de otros «ingenuos» científicos y periodistas que se ponen del lado de la industria porque es muy «guay» ir en contra de todo lo que suene a conspiración) complican cualquier tipo de regulación. Pero aquí las conspiraciones no tienen nada de ensoñación. Aquí son algunas multinacionales, políticos, científicos, etc. que se ponen en mano de algo bastante material: el dinero.