Los dos autores realizan un debate sobre la eficacia del entrenamiento de alta intensidad (HIT) como estrategia de salud pública. El HIT es un sistema de entrenamiento de alta intensidad, que tiene diferentes variantes, pero que básicamente se refiere a hacer esfuerzos cortos de manera intensa (casi al máximo de nuestra capacidad), con intervalos de descanso cortos entre series de ejercicios. El HIT, por tanto, es opuesto al típico ejercicio moderado de baja intensidad realizado de manera continua, como andar, el jogging, etc.
Pese a que los beneficios del HIT para la salud son bien conocidos, algunos autores defienden que no es una buena opción para implementarla de manera “global”, ya que requiere de alto esfuerzo por parte de sus practicantes e implicación. Obviamente, es mucho menos agradable que correr 30 minutos a ritmo pausado, y por eso algunos defienden que las tasas de adherencia serían bajas. Además, existe un peligro de lesión para personas poco preparadas.
En mi opinión, y más allá de que pueda implementarse con un programa global de salud pública, el HIT es una opción muy interesante para conseguir “resultados” en personas que hacen deporte habitualmente a baja intensidad y no consiguen los objetivos esperados.