Existe amplia evidencia sobre la asociación entre la mala salud y el estatus socioeconómico de las personas. Sin embargo, los autores comentan que permanece la duda sobre qué es lo que causa qué, es decir, sobre la direccionalidad de la relación causal.
De acuerdo con la tesis de que el bajo nivel socioeconómico influye negativamente en la salud de las personas, existen variables intermedias que podrían explicar ese efecto: ansiedad, estrés, acceso a los servicios de salud, por ejemplo.
También hay estudios que relacionan la falta de empleo con el deterioro de la salud, aunque existe controversia al respecto. El hecho de que haya vínculos claros con suicidios y homicidios no quiere decir que exista un incremento en la mortalidad debido al desempleo.
Por el contrario, la tesis de la selección social sostiene que la salud pobre es la que lleva a la reducción de ingresos y el desempleo. El objetivo de este artículo es arrojar un poco más de luz sobre esa dirección de causalidad entre pobreza, desempleo y salud, que como hemos dicho sin duda están asociados. Los autores estudian los datos de 26 países de la Unión Europea.
Metodología
Se analizaron los datos de un panel EU-SILC donde los participantes son entrevistados anualmente durante 4 años, con rangos de edad entre 18 y 59 años. Los años estudiados fueron 2008, 2009, 2010 y 2011, aunque en este último periodo también se agregaron los de 2012 y 2013.
El estado de salud se midió simplemente con una pregunta global de 5 categorías (muy malo, malo, normal, bueno y muy bueno) colapsando las 2 categorías de cada extremo. Por tanto, se emplearon 3 categorías (mala, normal, buena).
La variable dependiente fue el «deterioro en salud», medida como una variable dicotómica indicando la transición de un año a otro en el estado de salud, usando las 3 categorías anteriores. Sólo se tuvo en cuenta para el análisis la transición entre la tercera y la cuarta ola de datos con el fin de tener información anterior sobre el estado de salud.
Casi 300000 observaciones componían el panel indicando 26098 de ellas un deterioro en salud y 24573 una mejora. También se midieron covariables como la edad, el nivel de educación, género, tipo de hogar, empleo y nivel de pobreza. Como control también se utilizaron variables de cada país como el nivel de empleo, el nivel de pobreza y el porcentaje de población con mala salud.
Resultados
Los autores testan diferentes modelos incluyendo más o menos covariables con el fin de ver la robustez de los resultados ante esas divergentes especificaciones. En todos los modelos planteados estar desempleado y ser pobre en el año anterior se asocia a un empeoramiento de la salud en el año siguiente, tras controlar estadísticamente por el resto de covariables.
Implicaciones
Si se quieren implementar políticas públicas para la mejora de la salud, hay que incidir en el empleo y la redistribución de la riqueza. Como muchos autores argumentan, esta es quizá la mejor política sanitaria de todas, la de tratar de evitar que las personas vivan en condiciones cada vez más precarias.
Limitaciones
El artículo implementa un modelo econométrico pero no dice nada sobre las asunciones, ni sobre los residuos. Tampoco sobre su capacidad de clasificación de los casos. No dice si emplea un modelo de efectos fijos o aleatorios para considerar la correlación de los datos en cada país, aunque se adivina que elige un modelo de efectos fijos al considerar los países como variables dicotómicas en algunas de sus especificaciones.
Por tanto, bajo mi punto de vista, hay que tomarlo con prudencia, aunque tal y como se ha planteado es un indicio de que esa asociación existe y tiene ese sentido causal.
Vaalavuo, M. (2016). Deterioration in health: What is the role of unemployment and poverty?. Scandinavian Journal of Public Health, doi:10.1177/1403494815623654