Mucho se ha escrito, sobre todo desde la parte más negacionista, sobre cómo es posible que los campos electromagnéticos producidos por la radiación de teléfonos móviles, wifis, o cables eléctricos produzcan daños biológicos cuando los campos naturales, como la luz visible, son más intensos. Ante las múltiples evidencias encontradas en la literatura científica de que «algo pasa», estos autores proponen que una posible explicación es la diferencia existente entre ambos tipos de radiaciones, debidas a la polarización. Y, en este artículo, explican las razones de su postulado.
Diferencia en intensidad
La radiación solar (luz visible más el espectro infrarrojo y ultravioleta) tiene una intensidad sobre el cuerpo humano de entre 8 y 24 mW/cm2, mientras que un teléfono móvil en funcionamiento mientras hablas lo hace con una intensidad de unos 0.2 mW/cm2. La diferencia es ostensible.
Del mismo modo, las diferencias entre el campo magnético estático de nuestro planeta y la que podría generar unos cables eléctricos es de varias decenas de magnitud, admitiendo que también son de diferente naturaleza (estáticos los primeros y alternos los segundos).
La polarización
Una onda/campo está polarizada cuando oscila sobre un cierto plano, llamado «plano de polarización». Una combinación de ondas/campos polarizados puede producir sus correspondientes circulares o elípticas.
La radiación electromagnética natural no está polarizada, y muchas formas de radiación artificial, como la emitida por las bombillas que producen luz, los rayos-X, etc. tampoco lo están. Los fotones oscilan sobre planos aleatorios distintos, por lo que tienen diferente polarización. Además, los diversos fotones no se producen simultáneamente, sino que que diferencias aleatorias de fase entre ellos.
Sin embargo, las ondas electromagnéticas generadas por el hombre, como las producidas por los circuitos eléctricos, sí que lo están. Los electrones son forzados a oscilar sobre un conductor, y están polarizados. El plano de polarización está determinado por la geometría del circuito. Usualmente están polarizados de manera lineal, pero también puede ocurrir de forma circular o elíptica, como sucede con los cables de alta tensión, donde en un circuito trifásico, hay una diferencia de fases entre los cables cuya interacción produce campos de polarización circular de la misma frecuencia.
La luz natural puede polarizarse parcialmente al difractarse en las moléculas de la atmósfera, por lo que realmente, el ser humano sólo ha estado expuesto a radiación no polarizada o parcialmente polarizada a lo largo de su existencia en La Tierra.
Efectos de la polarización
Los autores indican que los campos polarizados tienen la capacidad de inducir oscilaciones forzadas de moléculas polares o cargadas dentro de un medio. En el caso de un medio biológico, esas moléculas se ven forzadas a oscilar en fase con el campo y sobre planos paralelos a la polarización.
Cuando una persona está expuesta a diferentes campos polarizados, puede haber una interferencia constructiva (por ejemplo, al estar sometido a la radiación de varias antenas), y esto puede amplificar la intensidad del campo local. Cuando varios emisores difieren en frecuencias o planos de polarización, los efectos de interferencia cambian en el tiempo.
La luz natural proveniente de diferentes fuentes no produce efectos de interferencia excepto bajo las condiciones específicas del experimento de Young.
Valores preocupantes
Los autores argumentan que los campos electromangéticos naturales sin polarizar no pueden inducir oscilaciones coherentes de las moléculas de los tejidos biológicos, mientras que los polarizados sí que lo hacen. Sólo pueden producir efectos térmicos (inducir calor), pero no producir oscilaciones de los iones, tan importantes en los canales de intercambio químico en las membranas celulares.
A través de su propuesta matemática los autores advierten que campos eléctricos mayores de 0.005 V/m en frecuencias de 50 Hz pueden producir ya esos efectos sobre el intercambio electroquímico en las membranas celulares, influyendo en la función celular. Ese valor está muy por debajo de los 0.02 V/m o 0.4 V/m que la ICNRIP admite como umbral a partir del cual se pueden producir corrientes inducidas. Pero claro, es que no estamos hablando de ese tipo de efectos, sino en el cambio de la función celular a través de las oscilaciones de los iones.
Para teléfonos móviles, las bajas frecuencias pulsadas que emiten pueden afectar a los tejidos vivos con intensidades de 0.0004 V/m, es decir, un valor todavía más bajo que el anterior, y que se puede encontrar a centenares de metros de una antena de telefonía o a varios metros de un teléfono móvil en uso.
Sin embargo, los autores indican que no distinguen entre campos eléctricos externos y los inducidos de manera interna, y esta quizá es la parte más controvertida del artículo en mi humilde opinión, ya que según la ICNIRP (2010), el máximo campo eléctrico inducido por un campo eléctrico externo de 50 Hz es aproximadamente 1.7-2.6 mV/m por kV/m. Si tomamos como valor 2 mV/m, entonces para inducir un campo eléctrico de 0.02 V/m o 20 mV/m se necesitaría un campo eléctrico de 10 kV/m. Más información sobre la diferencia entre campos externos e internos la podéis encontrar en mi informe sobre los efectos biológicos de las bajas frecuencias.
Pero los autores hablan de que no existe atenuación de los campos magnéticos cuando penetran en los tejidos biológicos, mientras los campos eléctricos se atenúan parcialmente. De nuevo no estamos hablando de conductividad, sino de la capacidad de polarización de los tejidos, por lo que los autores pueden estar en lo correcto en sus afirmaciones, ya que hay otros científicos que indican que el campo eléctrico interno no depende de la capacidad de polarización de los tejidos.
Conclusión
Los autores proveen una explicación al hecho de que se hayan publicado cientos de estudios en la literatura científica encontrando efectos biológicos adversos de los campos electromagnéticos artificiales, como los de las líneas eléctricas, antenas, wifis, móviles, etc.
La polarización es el concepto clave para entender que el canal de transmisión electroquímica en las membranas de las células puede verse afectado por la oscilación de los iones en planos paralelos a la polarización de las ondas a las que estamos expuestas. Esa disrupción se vuelve mucho más imprevisible cuando se producen efectos de interferencia entre las múltiples ondas de varias frecuencias a las que estamos sometidos.
Aunque los autores admiten que se necesitan más estudios para contrastar su propuesta, nos advierten del peligro de la exposición continuada a este tipo de campos, cuyo estrés sostenido puede hacer que los mecanismos adaptativos de nuestro sistema biológico funcione deficientemente.
Aquí tenemos, por tanto, una explicación fundamentada al que probablemente sea el argumento negacionista más recurrente, publicada en una de las mejores revistas del mundo, y que al menos debería hacer cuestionarse a la sociedad si es preceptivo aplicar el Principio de Precaución hasta que no haya más evidencias. De momento, hay cientos de artículos que nos están alertando del problema, y este en concreto va un paso más allá aportando una visión teórica de las razones de esos resultados significativos.
Panagopoulos, D. J., Johansson, O. & Carlo, G. L. (2015). Polarization: A Key Difference between Man-made and Natural Electromagnetic Fields, in regard to Biological Activity. Scientific Reports, doi: 10.1038/srep14914