La diferencia entre los granos enteros y los refinados es que en los segundos se quita la parte exterior (salvado) y la interior (germen). Esto hace que se elimine una parte importante de nutrientes y la fibra, y que no se retrase la absorción del almidón, produciendo picos de insulina.
Como sostienen los autores, el consumo de granos enteros está ligado en estudios epidemiológicos a la reducción del riesgo de diabetes tipo 2 y de enfermedades cardiovasculares, además de reducir el índice de masa corporal y la propensión a ganar peso. Sin embargo, algunos estudios aleatorizados y 2 recientes metanálisis han cuestionado que realmente haya una asociación con el peso corporal. Dado que el sobrepeso y obesidad es un problema muy importante, es de interés responder a la cuestión de si realmente el consumo de granos tiene relación con el aumento o reducción del peso.
Metodología
Se realizó un ensayo clínico aleatorizado donde se invitó a personas entre 40 y 65 años con BMI entre 20 y 35 en la ciudad de Boston. De los 1714 individuos que respondieron sólamente 103 participaron finalmente en el estudio. Esos participantes cumplían una serie de característias: no tomaron antibióticos 3 meses antes del estudios, no consumían más de 2 bebidas alcohólicas al día, no usaban suplementos probióticos o prebióticos, ni tampoco suplementos de calcio o de vitamina D. Tampoco se contó con personas con diversas patologías que vienen detalladamente reflejadas en el artículo.
Los investigadores proveían toda la alimentación a los participantes durante las 8 semanas que duró el estudio. Los participantes tenían que devolver la comida que no ingerían (aunque se recomendaba ingerirla por completo) y debían mantener un estilo de vida habitual en cuando a actividad física. Esos individuos eran asignados aleatoriamente a dos tipos de dieta, de manera ciega, es decir, no sabían a qué tratamiento experimental eran asignados. En las primeras 2 semanas todos los participantes consumían la misma dieta, para luego tras valorar su adherencia y peso ser asignados a uno de los dos tratamientos. La principal fuente de grano fue el trigo, la avena y el arroz.
Se tomaron medidas antropométricas en las semanas 2 y 8, en conjunción con análisis de sangre. También se midió la tasa metabólica de reposo, que hace referencia al gasto energético necesario para mantener las funciones vitales en reposo. Finalmente, se midió la composición de la microbiota intestinal y se realizó un análisis de las heces.
Resultados e implicaciones
De los 103 participantes inicialmente seleccionados, 90 realizaron la primera fase, pero sólo 81 completaron el estudio.
Los resultados mostraron que los participantes que comían granos enteros excretaban mayor energía en las heces, probablemente debido al incremento de la ingesta de fibra de este tipo de alimentos.
En un contexto de estabilidad en el peso corporal, la ingesta de granos enteros en lugar de granos refinados incrementa la tasa metabólica de reposo, lo que a su vez está asociado a un mejor control del sobrepeso.
Limitaciones/Comentarios
El estudio presenta resultados que podrían ayudar a explicar el hecho de que en ciertos estudios epidemiológicos se encuentre una asociación inversa entre la ingesta de granos enteros y el riesgo de padecer obesidad y diabetes. Sin embargo, este tipo de experimentos tienen el problema del reducido tamaño muestral y, sobre todo, de que sólo encuentran efectos en el plazo de duración del estudio, en este caso 8 semanas. Los efectos a largo plazo no son tenidos en cuenta. El estudio está parcialmente financiado por General Mills, aunque los autores indican que la corporación no influyó en el análisis de los datos y redacción del artículo.
Karl, J. F. et al. (2017). Substituting whole grains for refined grains in a 6-wk randomized trial favorably affects energy-balance metrics in healthy men and postmenopausal women American Journal of Clinical Nutrition, doi:10.3945/ajcn.116.139683