En esta investigación publicada en el Journal of Mental Health & Clinical Psychology, los autores realizan una mini revisión de los últimos estudios que relacionan la exposición a bisfenol A (BPA) con desórdenes conductuales en niños, como por ejemplo TDAH, ansiedad y depresión.
El BPA es un disruptor endocrino que interfiere con el equilibrio hormonal, incluso a dosis pequeñas. De especial relevancia es la alteración de los patrones estructurales y conductuales que son específicos de cada sexo en experimentos con animales, incrementando, reduciendo y/o eliminando diferencias atribuibles al sexo. Los BPA afectan a la expresión génica de varios receptores de estrógenos, por lo que su exposición en el útero podría predeterminar posteriores respuestas a las hormonas esteroides en el cerebro.
Los autores actualizan la revisión realizada en 2015 sobre este mismo tema, reforzando los resultados encontrados entonces. Los fetos masculinos, según la evidencia mostrada en varios estudios, se ven afectadas con más frecuencia que los femeninos, aunque también los autores comentan dos estudios en los que sucede al contrario. En cualquier caso, estos datos indican una probable asociación asimétrica de la exposición a BPA con el comportamiento de los niños y las niñas. Pero no sólo la exposición intra uterina puede afectar al comportamiento futuro de esos niños, sino también la exposición en sus primeros meses o años de vida.
Como indican los autores, más del 90% de la población europea y americana tiene concentraciones detectables de BPA en la orina, siendo la alimentación la principal ruta de exposición en humanos. Sin embargo, y aunque el BPA está en múltiples productos recipientes de comida (plásticos, latas), su corta vida biológica hace que sea muy complejo valorar la exposición. Es más, los autores sugieren que puede haber una infra estimación sistemática de esa exposición debido precisamente a las características no persistentes de esos tóxicos, lo que puede afectar los resultados de los estudios epidemiológicos.
Desde 2008, diferentes gobiernos han implementado medidas preventivas, como la prohibición del BPA en biberones en Canadá y la Unión Europea, y la total prohibición del BPA en Francia. La European Food Safety Authority (EFSA) ha reducido progresivamente la estimación de la dosis diaria tolerable de 50 µg/kg/día, hasta 4 en 2015. Pero como comentan los autores, estudios recientes en ratas sugieren que dosis cercanas o incluso menores a ese umbral actual pueden impactar el cerebro y el comportamiento, por lo que es probable que ese nivel de protección en la normativa europea sea insuficiente.
Los autores concluyen el artículo con dos anotaciones importantes. La primera de ellas se refiere al hecho de que algunos productos que están libres de BPA contienen otras formas de bisfenol (BPS y BPF), que también son al menos tan hormonalmente activos como el BPA. La segunda alude a la necesidad de aplicar el principio de precaución dadas las evidencias que acumula la literatura. Es más, enfatizan que inferir causalidad entre un disruptor endocrino y un desorden conductual específico puede ser una tarea prácticamente imposible, pero que una valoración global de los estudios experimentales y epidemiológicos debe ser suficiente para aplicar la prudencia, y tener regulaciones más estrictas.
Mustieles, V. et al. (2018). Is Bisphenol A (BPA) a Threat to Children’s Behavior? Journal of Mental Health & Clinical Psychology 2 (1), 6-9