En este artículo publicado en Environmental Pollution, los autores repasan la evidencia que liga la exposición a radiación no ionizante con diferentes efectos biológicos negativos, cuando no tienen la suficiente intensidad para calentar los tejidos.
Los autores comienzan criticando la postura de la OMS, demasiado alejada de la evidencia científica actual, cuyos resultados sugieren que este tipo de radiación debería considerarse cancerígeno probable (2A) o seguro (Grupo 1) en lugar de posible (2B). La OMS hace su evaluación con un comité cuyos miembros pertenecen en su gran mayoría al ICNIRP, una organización con claros vínculos con la industria. Por ello, los investigadores claman por que en ese comité participen otros grupos de investigación y haya una mayor diversidad de perfiles.
En relación a las posturas que afirman que desconocemos los mecanismos por los cuales esa radiación puede afectar biológicamente al organismo, los autores recalcan que sí que las sabemos, que están establecidas en diferentes investigaciones, por ejemplo: cambios en el metabolismo del cerebro, generación de especies reactivas de oxígeno, alteración en el metabolismo del calcio, o modificación de la expresión de los genes a través de mecanismos epigenéticos.
Es más, enfatizan que desconocemos en buena medida los mecanismos por los cuales algunos conocidos cancerígenos actúan, como las dioxinas o el arsénico. Por tanto, aunque no estén totalmente bien establecidos los mecanismos causales, el principio de precaución obliga a reducir su exposición.
El objetivo de este artículo es ofrecer una visión global de los procesos que explican los efectos adversos de la exposición a radiación no ionizante.
Teléfonos móviles y riesgo de de glioma, meningioma y neuroma acústico
Los autores reportan un resumen en tablas de diferentes estudios caso-control que se han realizado en los últimos años enfocándose en estos tipos de tumores.



Como puede apreciarse, existe un riesgo significativo de glioma y neuroma acústico asociado a un uso intensivo del teléfono móvil. Asimismo, los resultados son menos consistentes para el meningioma.
Los estudios en animales (ej. NTP, Ramazzini) confirman también esa asociación (el neuroma acústico es similar al schwannoma, aunque benigno).
Finalmente, y como comentan los autores, la incidencia de tumores cerebrales está creciendo en Suecia y el uso de la tecnología inalámbrica se ha sugerido como causa.
Otras enfermedades y condiciones patológicasAquí los autores se limitan a repasar decenas de investigaciones que han reportado asociación con diferentes tipos de enfermedades y patologías: leucemia infantil, cáncer de mama, tumores de la glándula parótida, reducción de la fertilidad, anomalías en el esperma, Alzheimer, desórdenes neuropsiquiátricos y conductuales, alteración de los latidos del corazón, cambios en la función del sistema inmune y del tiroides.
Sin embargo, en la mayoría de los casos se necesitan más investigaciones para obtener resultados robustos.
Problemas cognitivos y de comportamiento en niñosEste punto es especialmente relevante dada la mayor vulnerabilidad de los niños a las exposiciones del entorno y el creciente uso de este tipo de tecnologías por parte de este segmento de población (incluido los adolescentes).
Los autores repasan diversos estudios que asocian la exposición a edades tempranas (incluso en el útero) con problemas de atención, hiperactividad, trastornos del sueño. La interacción con otros contaminantes ambientales, como los metales pesados, puede hacer además que se produzca una reducción el cociente intelectual.
Pero no sólo los problemas derivados de la radiación son importantes en estas poblaciones, sino también los relacionados con la adicción.
Los autores, asimismo, recuerdan que los límites de exposición (SAR) fueron establecidos en modelos de cabeza de adultos, es decir, además de tener en cuenta únicamente efectos términos a corto plazo, no consideraban las diferencias morfológicas y funcionales de los niños.
A este respecto, no sólo la Academia Americana de Pediatría se ha pronunciado para recomendar limitar la exposición en niños, sino que el Comité Nacional Ruso para la Protección de la Radiación No Ionizante (RNCNIRP) ha realizado advertencias específicas; si no se limita este uso, podemos esperar efectos en la disrupción de memoria, descenso en las capacidades cognitivas y de aprendizaje, irritabilidad y problemas de sueño, además de los posibles efectos a largo plazo ligados al desarrollo de cáncer.
Electrohipersensibilidad (EHS)Como indican los autores, hay un segmento de la población que es inusualmente intolerante a las ondas electromagnéticas no ionizantes, cuyos síntomas son similares al desorden patológico anteriormente conocido como enfermedad de las microondas: fatiga, dolor crónico, perturbación de la función cognitiva.

Aunque es cierto que todavía existen muchas incógnitas en relación a esta patología, los autores comentan progresos importantes que se han realizado en los últimos años para caracterizarla.
Entre los síntomas robustamente reportados están: dolores de cabeza, tinnitus, fibromialgia, problemas de sensibilidad, hiperacusia, disfunción nerviosa vegetativa y reducción en la capacidad cognitiva. Estos síntomas provocan insomnio, fatiga y depresión.
A este respecto, los autores proveen datos interesantes sobre las diferencias en los síntomas de personas con EHS y con sensibilidad química múltiple (MSC), y sobre diferentes biomarcadores.





Los autores realizan un extenso y detallado análisis de la literatura sobre los mecanismos por los cuales la radiación no ionizante puede producir efectos adversos en la salud de los individuos.
Claramente muestran que el riesgo principal está en la exposición crónica, aunque sea a muy bajas intensidades. Es más, que se producen efectos biológicos debería quedar fuera de duda debido a las investigaciones que muestran resultados positivos ante la exposición a radiofrecuencia en terapias de recuperación ósea o incluso en experimentos con animales para ralentizar el Alzheimer. Si esos efectos positivos existen, es obvio que también puedan existir los negativos, siendo en este caso miles las evidencias reportadas en la literatura.
Los autores instan a todas las autoridades y organismos competentes, especialmente a la OMS, a reconocer abiertamente los riesgos derivados de la exposición a radiación no ionizante, y articular medidas de concienciación y prevención. Por supuesto, sin renunciar a esta tecnología y a los múltiples beneficios que nos reporta, pero con una labor de educación y protección (donde es capital cambiar la legislación) de las poblaciones más vulnerables.
Belpomme, D. et al. (2018). Thermal and non-thermal health effects of low intensity non-ionizing radiation: An international perspective. Environmentall Pollution, 242, 643-658.