En esta artículo publicado en BMJ, la autora expone algunas de las estrategias que Coca-Cola está siguiendo en China para promocionar su marca, fomentando el consumo de este tipo de bebidas y presionando para que no se tomen medidas que ya en otros países están siendo implementadas para reducir el consumo de azúcar.
En 1991 el porcentaje de adultos que tenía sobrepeso o era obeso en China era de 20.5%; en 2011 era de 42.3%.
La autora, destaca varias de esas acciones, que no son más que una mera reproducción de lo que la industria de bebidas azucaradas ha realizado en Estados Unidos y el resto de países del norte global durante las últimas décadas:
1. Injerencia del International Life Sciences Institute (ILSI) en la política de salud china. El ILSI, creado en 1978 por un ejecutivo de Coca-Cola, se encarga de «manejar» la ciencia de la nutrición al servicio de los intereses de la industria. Este lobby está integrado en el Centro de Prevención y Control de Enfermedades (CDC) chino, por lo que su nivel de influencia en las políticas públicas es enorme. De este modo, compañías como Nestlé, McDonald’s, PepsiCo o Coca-Cola (entre otras) tienen una posición privilegiada para influir en la toma de decisiones públicas.
2. Una vez establecido dentro del entramado gubernamental chino, a comienzos de la década de 2000 Coca-Cola retomó en el país una de las grandes bazas de la industria para defenderse: esas marcas (Coca-Cola, PepsiCo, etc.) promueven un estilo de vida saludable, porque para llevar esa vida saludable hay que comer y beber de todo, y la clave está en hacer ejercicio físico. De este modo, se envía el mensaje de que: (1) las marcas se preocupan por la salud de los ciudadanos; (2) todos los alimentos se equiparan como pertinentes dentro de la dieta, comer y beber de todo significa igualar por ejemplo, el agua a la Coca-Cola. Es más, las bebidas azucaradas son buenas porque están compuestas principalmente de agua, con lo que hidratan oportunamente; (3) si la gente engorda es porque no se mueve lo suficiente, no porque no lleve una alimentación adecuada.
3. Dentro de las actividades de «educación» están la organización de conferencias. Entre 2004 y 2015, ILSI-China organizó 6 eventos internacionales sobre obesidad. Se eligieron invitados (ej. Steve N. Blair) cuya perspectiva sobre la prevención de la obesidad estaba basada principalmente en el equilibrio energético (calorías gastadas vs calorías ingeridas), independientemente de la calidad nutricional de los alimentos. Además, se esponsorizaron numerosos congresos y actividades centradas en la actividad física como clave en la lucha contra la obesidad.
Un ejemplo de este modus operandi es la financiación por parte de ILSI al CDC del programa «Happy 10 minutes», una campaña nacional que pretende incentivar la introducción de descansos de 10 minutos en la jornada escolar donde en ese corto espacio de tiempo se debe practicar ejercicio. ILSI transfirió $50000 al CDC. De este modo, la industria financiaba una campaña pública que además enviaba un mensaje que se centraba en el ejercicio físico y no en la dieta o en una combinación de ambos.
Un esquema gráfico de buena parte de lo expuesto por la autora es el siguiente:

Comentarios
La autora termina el artículo exponiendo que para algunos de los investigadores y personas implicadas en este estudio, la intervención de la industria es inevitable y hasta cierto punto positiva para que se financie la investigación. Para otros, sin embargo, supone una compra de voluntades políticas y una manipulación del mensaje a la población.
Nosotros, aquí en España, ya hemos explicado que tenemos un ejemplo con ciertas similitudes, y ese plan HAVISA promovido conjuntamente por el Ministerio y la industria (Fundación Alimentum).
Este tipo de empresas explota hacia la extenuación una parte del discurso, y empequeñece el resto, sesgando la percepción de realidad de gran parte de la población. No es el azúcar, no son las calorías vacías, es que no te mueves lo suficiente, como bien decía Coca-Cola en México.Por eso se necesita mayor y mejor regulación, y una independencia total de los poderes públicos con respecto a la industria. Ese es el primer paso, pero es fundamental. Desafortunadamente es menos probable que las empresas dejen de financiar investigaciones e investigadores que les sean leales, o participar en parte de los presupuestos de asociaciones de enfermos y sociedades médicas. Sin embargo, si existe esa independencia, a través de políticas públicas (educación y regulación) se puede luchar en pos del interés común.
Greenhalgh, S. (2019). Making China safe for Coke: how Coca-Cola shapedobesity science and policy in China. BMJ, doi: doi: 10.1136/bmj.k5050.