Catorce investigadores firman este documento de consenso sobre el glifosato, el herbicida más empleado en el mundo.
El objetivo de este artículos es triple: (1) Demostrar la necesidad de una mejor monitorización de los residuos del glifosato en el agua, comida, y humanos; (2) Identificar las limitaciones y debilidades en las que la EPA, la German Federal Institute for Risk Assesment y otras organizaciones han incurrido en sus informes sobre la evaluación de riesgos; (3) Proveer recomendaciones para futuros estudios sobre los efectos para la salud del uso del glifosato. Recordamos que este herbicida es considerado por la OMS como probable cancerígeno (tipo 2A)
El glifosato cada vez se emplea más
En Estados Unidos se ha aumentado su uso de unos 3 millones de kilogramos en 1987 a aproximadamente 83 millones en 2007. Supone un 53.5% del todos los herbicidas usados en 2009. En 2014 se han empleado más de 108 millones de toneladas sólo en ese país.
El algodón, la remolacha de azúcar, el maíz o la soja son cultivos donde el uso de este pesticida se ha incrementado desde mitad de la década de los 90.
Los residuos de glifosato se encuentran en la comida
Tanto tras la cosecha como en la comida procesada se han encontrado residuos del herbicida. Por ejemplo, en 2012, la UK-Food Standard Agency identificó residuos de glifosato en 27 de 109 muestras de pan. En 2011, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos encontró residuos en el 90.3% de 300 muestras de soja, y ácido aminometilfosfónico – AMPA- (su principal metabolito) en el 95.7% de esas muestras.
El hecho de que se fumigue poco tiempo antes de la recogida de la cosecha, para facilitar ésta, hace que la exposición de los humanos a través de la dieta sea mayor.
Estudios en humanos y en animales de laboratorio sugieren riesgo asociado a la exposición
Los autores referencian estudios donde se han mostrado efectos tóxicos del glifosato, tanto en roedores como en humanos.
En roedores hay evidencias sobre efectos en el hígado y riñones, aunque esos estudios normalmente no tienen en cuenta otros potenciales daños derivados de la disrupción del sistema endocrino. A dosis consideradas seguras para humanos, varios estudios muestran que puede inducir daño hepático y renal.
Malformaciones en neonatos se han encontrado también en poblaciones de cerdos y de humanos (efectos severos en zonas de Argentina y Paraguay). Asimismo, la acción antibiótica del glifosato puede alterar la micriobiota intestinal en vertebrados.
Cultivos genéticamente modificados
El creciente uso de cultivos genéticamente modificados ha estimulado el crecimiento del empleo del glifosato, lo que a su vez ha contribuido a la proliferación de hierbas resistentes a este herbicida. Esto hace que crezcan, además, las fumigaciones con otros herbicidas.
Niveles «aceptables» ingeridos de glifosato
En Estados Unidos se considera segura una dosis de 1.75 mg/kg/día, mientras que en la Unión Europea es de 0.3 mg/kg/día. Este último umbral está vigente desde 2002. Los autores cuestionan estos niveles porque están fijados basados en estudios de los propios fabricantes, y no están típicamente a la vista para ser revisados por científicos independientes. Otras investigaciones independientes han mostrado que esos niveles tomados por la Unión Europea son al menos 3 veces más altos que lo que la evidencia científica indica como límite.
Riesgos para el entorno
No sólo se ve afectada la salud de las personas, también el entorno se ve perjudicado, y afecta a otras especies como insectos, microorganismos del suelo, peces y otros invertebrados acuáticos. Más del 80% de los cultivos en Estados Unidos están fumigados con glifosato.
El glifosato persiste en el agua y el suelo más de lo inicialmente creído, incluso por más de un año. Y se traslada a la cadena alimenticia a través de su ingesta por los animales y de la contaminación del agua de bebida.
Además la lista completa de ingredientes de muchas marcas comerciales de glifosato no muestra sustancias inertes que son per se perjudiciales para el entorno.
Conclusión
El glifosato se usa en agricultura 100 veces más que hace 40 años, pero la evaluación de riesgos no ha ido de la mano de ese extraordinario crecimiento en su empleo.
Tradicionalmente se empleaba antes de la germinación o después de la recogida del cultivo, pero ahora con las variedades genéticamente modificadas resistentes al herbicida, se usa en todas las fases del cultivo.
Hay evidencias notorias de su toxicidad para el hígado y los riñones, tanto en animales como en humanos, disrupción endocrina y malformaciones en los neonatos. Las dosis permitidas están por encima de lo que la investigación ha mostrado como aceptable para la salud, y los riesgos para el entorno son también reportados.
Se necesitan más investigaciones, pero que estas sean independientes, y que la industria no pueda interferir en la evaluación de riesgos.
Myers, J. P. et al. (2016). Concerns over use of glyphosate-based herbicides and risks associated with exposures: a consensus statement. Environmental Health, doi: 10.1186/s12940-016-0117-0