Este artículo es una carta al editor que los autores envían tras la publicación del estudio de Chartres et al. (2016) sobre la financiación de los estudios en el ámbito de la nutrición y su asociación con los resultados obtenidos.
El estudio de Chartres et al. (2016)
En un estudio muy reciente publicado en el JAMA Internal Medicine, Chartres et al. (2016), realizan una gran revisión de estudios financiados por la industria de la nutrición y otros donde no existe esa financiación privada. De los 775 estudios revisados, sólo 12 pasaron el filtro de los autores y se tuvieron en cuenta. De esos 12, dos de ellos estudiaron la asociación entre el patrocinio de estudios de la industria de la alimentación y los resultados estadísticos de la investigación, pero ninguno encontró asociación. Otro de los estudios examinó los tamaños de efecto de los estudios y llegó a la conclusión de que los financiados por la industria reportaban significativamente resultados menos dañinos.
Finalmente, los autores revisaron 8 estudios en los que se consideraban a su vez 340 investigaciones sobre la asociación entre la financiación por parte de la industria de bebidas refrescantes con la ingesta calórica y el peso. Los estudios patrocinados producían conclusiones más favorables para la industria RR=1.31 95% CI (0.99 ; 1.72), en el límite de la significación estadística al 95%.
Por tanto, existe una evidencia que no es fuerte, pero que sí deja atisbar que los estudios financiados por la industria de la alimentación producen resultados «sospechosos».
La respuesta de Shuetz, P. et al. (2017)
La carta de Shuetz et al. (2017) muestra el nuevo análisis realizado sobre su investigación de pacientes desnutridos (Bally et al., 2016), donde sobre una revisión de 22 ensayos aleatorizados, encuentran que los suplementos nutricionales mejoran la ingesta calórica y protéica, y aumentan el peso de esos pacientes, aunque los efectos sobre resultados clínicos (mortalidad, infecciones hospitalrias y resultados funcionales) son marginales.
Lo que hacen Shuetz et al. (2017) es dividir esos estudios en dos grupos, atendiendo a si estaban financiados por la industria o no, y los resultados no fueron significativos en relación a la ingesta calórica, las infecciones hospitalarias, el peso corporal y en eventos adversos (excluida la muerte). Es más, los estudios financiados por la industria tenían peor resultado en indicadores como el resultado funcional o los días de hospitalización.
Conclusiones/Comentarios
Continúa el debate sobre el sesgo que pueden producir en las investigaciones científicas la financiación de la industria de la alimentación. Por lo que acabamos de relatar, hay motivos para estar alerta, pero también es preceptivo indicar que existen muchos casos en los que se producen resultados similares a los estudios no financiados por las empresas.
Por tanto, todo se complica mucho más, porque no es una cuestión de etiquetar siempre a un estudio patrocinado como sesgado, sino que hay que valorar muy bien el conjunto de estudios y ser prudentes con las conclusiones a nivel general de los estudios financiados por las corporaciones.
Shuetz, P. et al. (2017). Industry sponsorship and outcomes of nutrition studies: Is there an association when looking at the trial level?. Clinical Nutrition, doi: 10.1016/j.clnu.2016.12.017