Comenzó la temporada de la NBA con esta noticia; LeBron James «tuneando» sus Nike con la palabra «Equality», es decir: igualdad.
James realizó esta acción en protesta contra la política de Trump y la brutalidad policial. Aunque esta acción es ciertamente loable, no deja de ser un artificio más en el juego desesperanzador entre las multinacionales como Nike y sus embajadores de marca. Mucho hemos escrito sobre ello y sobre la doble cara de la empresa de Oregón, donde también comentamos el cinismo de esa campaña de «Equality» promovida por Nike en los últimos meses (ver Martínez, 2017).
A Nike le sigue yendo fenomenal a nivel financiero. Sus resultados del año fiscal de 2017 continuán en línea ascendente,con un beneficio neto de 4240 millones de dólares.
Mientras tanto, los trabajadores de sus proveedores (y también los de otras marcas) siguen desmayándose masivamente en Camboya, por trabajar en condiciones extremas, y por un salario que es la mitad de lo que les permitiría vivir dignamente (McVeigh, 2017).
Y decimos que la acción de LeBron pertenece a este ignominioso juego de marketing porque no es espontánea, al menos no como en esas ocasiones en que los jugadores pintan a mano mensajes reivindicativos o de homenaje en sus zapatillas, como explicaba en mi libro: «Publicidad, baloncesto y zapatillas» (Martínez, 2014). Las zapatillas de James fueron tuneadas en connivencia con la marca, que ve con muy buenos ojos que se refuerce el mensaje de su campaña sobre la igualdad. De este modo, se cierra un círculo perfecto: Nike sigue explotando a los trabajadores de numerosas fábricas; Nike continúa obteniendo miles de millones de dólares en beneficios netos; Nike puede seguir pagando millonadas a sus embajadores (LeBron firmó con Nike en 2016 un contrato a largo plazo de casi 1000 millones de dólares); sus embajadores siguen haciendo acciones que mejoran la imagen de Nike; sus embajadores no dicen absolutamente nada sobre la explotación laboral en las fábricas.
Probablemente LeBron James tenga muy buenas intenciones con su acción, e intente de verdad poner su grano de arena para hacer un mundo mejor, más justo, y donde la palabra «igualdad» tenga un sentido real. Pero es insuficiente, porque sigue dentro del mismo juego cínico del marketing de Nike, y no es capaz de alzar la voz y hacer algo de verdad por los cientos de miles de personas que están sufriendo para que él y otros muchos lleven su ropa (y cobren ingentes sumas de dinero por ello). En Stars for Workers llevamos ya un año reclamando esto, pero nuestra capacidad de persuasión parece que no es tan grande como las de las marcas que les pagan.
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